Xavier Silva

Canalla

El hambre te ha comido y el frio te quiebra,

los días te arden en tu sinhogar

las fuerzas te abandonaron como los que te acogieron

piel y hueso con el miedo en la piel

 

Comienzas a comerte de a poco por no comer nada

y el reloj negro de la arena

que llevás en el cuello, sin collar,

marcan ya las doce.

 

Cayó pues ante el sol y ante el viento

y no ante el suelo y la sombra

porque eso lo volvería ocioso

y el ocio sólo fuere para los gatos