pilar gorricho

El Ășltimo grano de centeno.

Quizás te suceda como a mí.

De repente

en la vespertina umbría de los graneros

emerge alguien embadurnado de dolor,

pidiendo el último grano

que guardabas para cuando las tupidas costuras

de las aflicciones,

obstruyesen  las primaveras.

El último grano de tormento con medidas exactas,

dosificadas en balanzas, tasadas

en las premeditaciones de quien anda

con el corazón abierto.

Alguien ha gastado su saldo de dolor

y te pide ese último grano de centeno,

a cambio

de una ventana con vistas al universo

que despelleje tu ego de pez globo.

Anotas el cambalache en la libreta

donde se anota lo superfluo

con la evidencia de la certeza.

Quizás alguien acumule en sus bitácoras

más dolor que tú.

Quizás...

los ojos del ciego

los torpes excesos de los tullidos,

los gritos de los paralíticos

el hambre que se hace más hambre en los niños;

el alba impertinente y volátil de los drogadictos,

las ceñudas expresiones de los desahuciados

sean como las vidas de los gatos

y

sobrevivan a la hecatombe desdentada, siete veces.

Guardas el cuaderno junto a los cuchillos

que cortan el sufrimiento en finas lonchas

y olvidas...

Olvidas para volver a rebozar en la harina de tu mierda

el último grano de centeno.