Sara (Bar literario)

Ellos y nosotros...

Estamos muertos de pena.

De vez en cuando, pienso en vos. Porque el silencio siempre habla de puertas cerradas, de inviernos que nos recuerdan desde un acantilado con forma de protesta. Pienso en vos, porque tu dolor le ofrece una taza de café al mío y lo bebes con mis labios, mientras sostienes un libro y hablas con la paradoja de quien cree estar tranquilo al sostener sus ojos en el vacío, en el momento que escucha la minimalista forma del amor  imposible irrumpiendo en cualquier soslayo de formas ausentes.

Reminescencias de alguien desde la soledad de todo el mundo que nos rodea.

 

Pienso en vos. Y estoy con vos. Para convencerme que lo mío es superior en fondo y certeza. Que tu historia tiene más antagonismo que la mía del tiempo suspendido en este insomnio -que dormida y despierta- no termina.  No termina este sueño que se parece tanto a la realidad. Porque en todo, falta su presencia.

 

Por eso, pienso en vos. Pienso en vos y me alegra conocerte. Pienso en tu tragedia, en tu desvarío de palabras que son cadenas pese a que insistes en llamarles razones de su abandono o viceversa. Pienso en vos y mi propia lágrima es un columpio volando o una cometa que no conoce de su extremo atado a la tierra.

Pienso en vos como sucesión de rostros que me han mirado con sus ojos llorosos, ahogados de amargura, hablando de un pasado que hace apenas horas, era un futuro con cuerpo inocente naciendo en cualquier lugar, mientras existiera amor. Pienso en vos y tengo ganas de abrazarte, mi pecho que es una metáfora de espejismos de ausencia, se hace real al acercarme a la sombra de ella en tu cuerpo. Y así entre dos tristes hablando de su desamor, conseguimos que ellos existan. Que traspasen el arte y sean la realidad por la que - poesía y música- nos hace dolernos desde cada rincón de esta universal herida.