Cailin Wesler

ÉL

Él, sonríe y se para el mundo.
Me encuentro flotando, en un
océano, que no tiene principio,
que no tiene fin.
Agua cristalina, agua dulce
como su voz, como su risa.
El me mira, y yo, me transporto
a su mirada, casi puedo tocar
cada uno de sus sentimientos.
Saber, que en ese momento
está pensando en mí.
Solo un roce basta, para sentir
como entro en un sueño profundo
en donde los olores, parecen reales
donde las flores, parecen cantar melodías
sólo para los dos. Pero es en ese momento
donde te das cuenta, que esa mirada, no te busca a ti, si no a alguien mas, donde las flores del sueño, comienzan a marchitarse.
A tu alrededor, el agua se vuelve más oscura, y mas, y más, hasta que comienzas a ahogarte,
te ahogas, con tus propias lágrimas sin saber en qué momento comenzaron a salir.
Caen en el suelo, como las hojas, tristes, que se despiden de los árboles en otoño, con un sollozo hasta llegar al suelo.
El mismo, que haces tú en ese pequeño instante.
Y es en ese momento, donde te das cuenta,
que él, no te es correspondido.