Los frutos desean tocar el suelo y tus manos no los dejan. Te niegas a que cumplan sus promesas. Los tomas, los comes, los besas, cerrando los ojos lentamente van tu boca; aquella boca que envidio e idolatro. Tocan aquellos labios y esa lengua que amo y que envidio. Muerdes el fruto y mi boca muerde mi corazón, le grita: ¡idiota, ¡te conformas con verla morder el fruto mientras tu boca amarga la desea, ¡Dile, gritale que tu boca está seca y amarga, y ama esa boca mucho mas que esa manzana que en sus manos reposa.