carlos zitro

La Brillante Pagoda

Les voy a describir una fotografía que ví el otro día.  Foto tomada por una mujer muy amada y apreciada.  Estaba ella en una antigua pagoda localizada en la antigua Burma, en un templo donde  se exhiben numerosas estatuas de Buda en tamaño sobre-natural.  Las estatuas son detalladas, hermosas, de piel blanca muy lustrosas.  Estas imãgenes tienen el pelo de color oscuro, los ojos son enormes y brillantes.  Los vestidos del Iluminado estãn hecho de papel de oro haciendo que resplandezca como si fueran llamaradas doradas.  Los labios  pintados de un rojo encendido y los salones estãn decorados con muchas bellas flores de colores llamativos.  Veo en la foto que los feligreses encienden velas a los antepasados al mismo tiempo que le rezan al Buda y a los seres mãs preciados.

 

Tengo que admitir que la localidad y su contenido inmensamente me impresionaron, dejando endeble en mi memoria las imãgenes de esta religión.  Pero también les digo que toda esta inolvidable belleza hecha por el hombre no es nada comparable con la belleza natural de la bella mujer cuyo figura es parte de esta imãgen en papel.

 

Mujer de belleza impresionante, tez pãlida y brillante, ojos y cabellos oscuros, labios sensuales de color carmín, piernas hermosas que no tiene fin.  Estã ella sentada en un brillante y limpio piso.  Pero yo nada mãs atino a ponerle atención a ese pantalón que tan bellamente lleva. Prenda de  ropa que moldea los mãs excitantes muslos y nos enseñas sus pies, tan bellos, finos  y desnudos. Esta hermosa y sensual imagen de tan bella mujer mãs me deslumbra al ver su mirada y seductora sonrisa.

 

Los dioses la envidian, las mujeres también, los hombres la desean.  Es una mujer tan hermosa que es imposible hacer una descripción apropiada ya que las palabras no le hacen justicia.  Los estatuas no son nada comparadas a su belleza, su sonrisa hechiza, su mirada seduce, su cuerpo excita.  Fotos que me agradan, imãgenes indestruíbles que estarãn grabadas eternamente en mi mente y corazón.