Raúl Daniel

Jovencita irresponsable

 

Cuando te conocí eras una quinceañera

llevada por el viento de tus hormonas

de brazos en brazos y de piernas en piernas.

 

Te vi transitar los períodos de tus ignorancias,

enamoramientos, embarazo, alegrías y tristezas,

(en tu vacuidad, más de las primeras).

 

No te das cuenta que ya pasaron siete años

y sigues actuando como “pendeja[1]”,

¿no te das cuenta?... ¡¿no te das cuenta?!

 

Haces la vida, indiferente, como si fueran

escenas de otros... como los ruidos de una fiesta,

como los ecos de vasos rotos...

 

Te vas gastando, poquito a poco,

y no te das cuenta de los despojos...

(quisiera ayudarte, abrir tus ojos).

 

Tal vez, de niña, te faltó yodo,

o los parásitos te consumieron las proteínas,

¿quién lo sabrá?, ¡ya no se puede volver atrás!

 

Ahora me cuentas que te volvieron a embarazar,

¡vuelta a la rueda!, y tú sólo sabes lavar, planchar...

(tal vez sea nena... pero tampoco tendrá papá)

 

En tu cabeza no entran la ciencia ni los oficios,

sólo las artes de la conquista...

y, prisionera en tus ignorancias,

no te das cuenta...

¡que tu camino lleva a un abismo!

 

[1] Púbera.