Hugo Emilio Ocanto

Es tarde... Autor: RAÚL DANIEL - Interpreta: Hugo Emilio Ocanto

Me desperté de pronto y quedé despierto,

eran las tres horas y había un gran silencio;

tu rostro, tus manos, tu voz y tu cuerpo,

vinieron al acto a mis pensamientos,

... las cosas que hablamos en la última cita,

... tus palabras dichas en cada momento,

... tu sonrisa alegre... los instantes quietos,

... tus ojos cambiantes del color del tiempo.

 

Pensando despacio en todo el paseo,

todo lo que hicimos, lo que tú expresaste,

con conceptos llenos de razonamiento,

de principios claros y fuertes que hablaste

y que produjeron mi aturdimiento...

Ya han dado las cuatro y sigo despierto

y recuerdo, claros, mis requerimientos

de amores, de besos, caricias, miradas,

de las sinrazones de mis sentimientos.

 

Yo sólo sé que te amo, te amo y te quiero

¡y no quiero ver los impedimentos!,

te amo y es tanto el amor que siento,

que todo en mi vida ha quedado en suspenso,

por ver si es que vivo... por ver si es que muero...

y ¡de ti depende lo que sea de esto!...

Se oyen a gallos cantar en terceto

y las horas pasan... y sigo despierto...

 

Según me dijiste, no es bueno lo nuestro,

que aunque yo te ame, tú no correspondes,

no sientes lo mismo; que es mejor dejarnos

y que yo no sufra, pues me compadeces;

que seamos amigos, que mucho me aprecias,

pero que aún es tiempo de parar las cosas...

y que no eres buena  y tienes adentro

algo que te impide:... un dolor intenso.

 

Si tú comprendieras que yo te comprendo,

que sé de tu angustia, que sé de tu miedo;

el amor asusta, termina doliendo

y cuando nos falta: ¡es mejor la muerte!;

que el gozo se troca en padecimiento

y hasta pareciera que es mejor negarse;

te entiendo y comprendo y aprecio tu intento,

pero ya es muy tarde para mí, lo siento.

 

No hiciste las cosas que si no querías

producir, éste, mi enamoramiento,

deberías haber hecho a su debido tiempo;

... ahora en la calle se escuchan murmullos

de gente que pasa... las horas avanzan,

la noche termina y yo sigo despierto,

pensando en tus ojos del color del tiempo,

tu sonrisa alegre, tu voz... y tu cuerpo.

 

Tu figura toda se forma en mi mente

y el recuerdo azota como una tormenta,

y veo los lugares de nuestros encuentros

y siento tus manos apretarse fuertes,

cuando, con las mías, yo te las aprieto;

... me diste amores... y probé tus besos,

sentí tus ternuras y apreté tu cuerpo...

y si no querías que me enamorase,

es tarde, muy tarde, para mí... ¡lo siento!...

 

Llegó la mañana y sigue mi duelo,

no se alivia mi alma ni tengo consuelo;

quiero que lo nuestro no muera naciendo,

quiero conquistarte...romper tus murallas ¡vencerte!,

¿o acaso no es eso lo que tú me hiciste,

cuando permitiste nuestra relación?...

¿será que estoy loco y todo lo invento,

lo habré imaginado y hasta a mí me miento?...

 

¿Será que no es cierto lo feliz que fuimos

ese primer día, el de nuestro encuentro,

cuando aceptaste que te acompañara,

y, con bromas sanas y en un buen intento,

conseguí tus risas y también tus besos?;

¿recuerdas mi amor... que ni tú sabías

por qué?, lo dijiste, pero igual hacías

..y, a mis acciones, ¡tú, sólo cedías!

 

Y aunque me dijiste que tenías otro

y que porque un día tu amor había muerto,

¡ni a éste querías!... ¿será que no es cierto

que aún así seguías viniendo a mi encuentro?

...Un día fue un lago, un río otro día;

al sol, a las nubes y al Dios de la vida

tengo por testigos de tus alegrías

y de la ola de amor que de mí bebías.

 

¿Será que se puede fingir tu temblor,

el vibrar de todo tu cuerpo al tocarte;

será que fingiste tu estremecimiento,

cuando permitiste que te dé mi amor;

y cuando se crispa, nerviosa, tu mano?...

y, ¿sobre tus ojos que se ponen tiernos

cuando te acaricio o cuando te miro

o cuando te digo: ¡Te amo, te amo!?...

 

¡Yo no creo que sea sólo fingimiento!,

te da miedo amarme, ¡sólo es por eso!;

hay muchas barreras y temes romperlas,

el miedo es un frío que llega a los huesos

y nos paraliza y todo tergiversa,

confundiendo todos nuestros pensamientos;

permíteme amarte y derretir el hielo,

¡en mi alma arde suficiente fuego!

 

Sólo un par de veces abriste compuertas,

permitiendo a un poco del río que tengo

bañarse impetuoso, lamiendo tus tierras;

...surgieron tus hojas, se abrieron tus flores,

cantaron tus aves sus canciones tiernas

y en los desniveles de tu geografía

rugieron, cual fieras, cascadas violentas

... y en un terremoto:

¡fluyeron volcanes, colmamos bahías!

 

La mañana avanza y sigo escribiendo,

recordando todo lo que voy reviviendo;

sé que estoy llegando, Dios me está diciendo:

que no ceje nunca, que haga otro intento,

que no te haga caso, que voy a lograrlo;

ya es muy tarde, ¿sabes?; nuestro casamiento,

eso es un decreto que salió del cielo,

¡sólo falta el tiempo de su cumplimiento!

 

Si Dios lo ha mandado, hay que obedecerle,

ya se perdió el mundo, una vez, por eso;

aún para ti, (trata de entenderlo),

es tarde, no puedes olvidar mis besos...

Comenzaste a amarme, no quieres creerlo

y lo estás negando, porque estás sabiendo

que de amor se sufre, que de amor se muere,

¡que él  lo cambia todo y cambiar no quieres!

 

Te mientes creyendo poder detenerlo,

a mi amor que clama, tu puerta batiendo;

mi amor es del cielo y el cielo es eterno,

ya había comenzado aún sin conocernos

y aunque nos muramos, seguirá existiendo,

es independiente y, aunque nos neguemos,

hará lo que quiera, vivirá por siempre;

si quieres pararlo, es tarde, ¡lo siento!

 

Él es como un hijo gestado en tu vientre,

que crece, aunque ignores o niegues el hecho,

él es como un hijo que pones al pecho

y busca con ansias lo que es su derecho;

él es como un hijo al que damos vida

aunque no queramos... pero ya está hecho;

¡no cortes la vida de este amor naciente,

al amor no mates, por favor, querida!

 

No mates al amor, antes de que viva,

porque será un fantasma el resto de tus días,

te perseguirá en las noches de tus soledades

y una profunda raíz de amargura ¡ahogará tu alma!

No te niegues más lo que tanto ansías;

pediste a Dios por tu felicidad...

al fin te contestó, no lo desprecies:

¡ahora que te ofrece una nueva vida!