Andrea Valentina

A Pablo

Desde la mujer de sentimiento y carne que soy.

 Perdónola me dije, si aún tiene las bocas colmaditas de flores, las uñas de tinta, el corazón de momentos, y el cuerpo a gemidos sumisos que no suelta. Los sueños no paran de crecerle, un perfume le amarra las ganas sometida al viaje de vaivén infantil. Su mano desgaja alcauciles para verle el corazón y creer en algo dentro de este mundo siempre tan de cal y de arena desconfío, es la vida que a veces le ha desteñido los pasos, entonces cuesta.... Pero mire; la lengua le sigue ligerita, la llama porfiada cuando sonríe, no obedece a la noche, ni a la recaída de sus ojos, quien diría...! No puede, la esperanza, semejante extraño con el amarillo de colección, un che de coleguita que brota y siempre a mano sus dedos poco vanidosos. Blanca la firmeza que el cuerpo perdiera y un carnaval en la entrepierna solo es el preludio. Hay puñaditos de babosas en los bolsillos niños, cuencos formando barquitos con sus dedos, y cincuenta años para entender la realidad y este porvenir