Juan Manuel Hernández.

Cuando llegue la hora del Adiós.

Cuando llegue la hora del Adiós,

espero que no estemos distanciados,

Cuando me sienta preparado,

quiero que permanezcas a mi lado.

Y cuando la muerte, toque mi puerta,

quiero invitarla a tomar un café,

pues debo explicarle muchas cosas

antes de marchar en un amanecer.

 

¿Por qué quiero que estés a mi lado?

Sencillo, eres la razón de casi toda

mi vida,sería contradictorio no decirte

mi último adiós, no dedicarte mis últimos

suspiros. No declararte mi amor...

 

Cuando llegue la hora del Adiós,

desearía que la muerte me diera creo,

unos instantes para volverte a querer,

pues no me alcanza una vida para amarte,

por ello quiero que sepas, que te amaré allá,

muy lejos, en mi eternidad. Si es que existe,

claro, Solo pido que en ese lugar, me permitan recordar.

 

Recordar los besos,

recordar los suspiros,

Recordar cada momento,

Recordar cada delirio.

Recordarte a ti,

Recordarme a mi,

Recordarnos a nosotros.

Abrazados, como casi siempre,

Reconciliados, como casi nunca...

 

Cuando llegue la hora de marchar,

Quiero verte a los ojos, no para orar,

Sino para mostrarte que aún te amo,

Como al principio, como al final.

Como en nuestra vida,

como en nuestra eternidad...

 

Cuando la muerte toque yo le quiero abrir,

no para amedrentarla, sino para hacerla reír,

me preparo cada día, para que ella pueda entender,

Que tú eres mi vida, que junto a ti siempre viviré,

Que tu eres mi muerte, y mi barco se aloja siempre

en tu muelle, esperando que quieras abordar.

Cuando llegue la muerte la recibiré con brazos abiertos,

y nos marcharemos al más allá tomados de la mano,

como dos viejos amigos, en un lejano reencuentro,

Con la muerte se irán mi alma y mi cuerpo, y ella

paciente con su manta me abrigará, Pero en un detalle,

un fragmento de mi alma se quedará contigo, vivirá

contigo, así como siempre ha sido.

Cuando llegue la hora del Adiós,

quiero que recuerdes que este hombre,

Toda su vida te amó.

 

Cuando la muerte toque a mi puerta,

Espero aún no estés despierta.

Así podré irme despacio,

sin que tú te des cuenta.

 

Juan Manuel Hernández.