LIZ ABRIL

LENTAMENTE

 

Lentamente se deslizan los crepúsculos,

lunas grandes, lunas sonrientes, casi lunas...

desaparecen en un horizonte salpicado de montañas,

sobre un cielo  pintado de rojo,

decorado por etéreas nubes blancas.

Y en silencio se desliza el sueño

cubriendo con su velo decepciones,

mientras afuera las gotas de rocío

besan los pétalos dormidos

y otra vez la luna con su magia

se refleja en el espejo tímido del río.

Lentamente se deslizan los amaneceres,

precedidos por estrellas fulgurantes

que vencidas por el sol parten y mueren

y se desparraman impregnando el aire.

Lentamente se deslizan las mañanas,

mecidas por un viento suave

que arrastra el polvo y el calor en el silencio, 

que se despereza cuando cree que no hay nadie.

Lentamente se desliza la lluvia

dejando huella en las hojas de los árboles,

mientras en el alma se lavan las angustias

que caen como lágrimas al charco...

y empañan la alegría de la tarde.

De una tarde que se desliza... sigilosa,

escondida detrás de las paredes,

jugando a camuflarse, simulando sombras,

que se pierden en los brazos 

de una noche que expira para siempre.

Los pasos cansados y pesados 

uno tras otro persiguiendo sueños,

retumban en el empedrado

con el eco de otros sueños que murieron

pero que viven aún en el recuerdo.

¿Puede la luz de las lámparas, entonces, 

alumbrar con su luz amarillenta

al fantasma de aquellas ilusiones

que al apoyarse en la almohada caen muertas?

¿Puede acaso la luz de los relámpagos

iluminar el camino ya embarrado

y señalar con destellos zigzagueantes

esas rutas que el destino aún no ha trazado?

Y la noche se desliza entre las sábanas,

los cuerpos enredados, tibios, húmedos...

adormecidas sus pasiones y sus ansias,

mientras descansan indefensos y desnudos.

El tiempo se sucede inevitable,

con su paso certero y predecible...

deteriorando las ropas y la carne...

con el designio de un final incomprensible.

Y me pregunto, al fin, si los amores,

imitan a la luna en el crepúsculo...

sin son reflejo de esa imagen del espejo

que se mece suave acunada por el río...

Y hay un hueco que se agranda en el alma

ocupado por la melodía inconclusa

que escribió en un momento la partida

y mientras busco las notas que completen

ésta agotada y triste sinfonía,

las palabras justas que describan

lo que siento en alguna poesía...

el tiempo implacable se desliza

huyendo de la mano con la vida...