En la sombra de tu pelo
refugiare mi dolor de siglos,
y mis desalentados pies rendidos,
marcaran su huella en el arenal
de tus entrañas.,
Mientras, en el mar de tu pupila
sube la marea y las borra.
Yo soportare la tempestad de
tu indiferencia, destrozando mi barca
abotagada de sueños Infantiles,
para que desde el mástil mayor
que aun sobrevive a la tormenta,
ese desconocido que ahora esperas,
aferrado a la esperanza de encontrarte,
con su corazón desecho, grite ¡TIERRA!