Juan Senda

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UN SUEÑO DE AMOR (CAPÍTULO VI)

 

Miraba yo para la puerta

de sábado hasta el domingo,

pero tu imagen se hallaba,

entre <(Landoy>  y <¡Ladrido>.

 

Mi amadísima Sofía,

has de  saber que estoy vivo,

y de muerto te amaría

más allá de lo infinito.

Quiero que mores en mi,

eternamente con conmigo.

 

Gloria mía, mi zafiro

para últimos de Agosto

te llevaré mis tesoros

y este cielo del amor mío.

 

NARRADOR:

Después de leer la carta

de su galán el Don Ros,

se puso arreglar su casa

 y el admirable balcón.

 

Las brañas todas cortaran

por todo su alrededor,

la madre toda contenta

y con profunda ilusión

de ver a Don Ros con su hija,

ya su hija con Don Ros.

 

Faltaban ya pocos días,

no acababan de pasar,

los que restaban de Agosto,

para el Septiembre triunfal.

 

Unas semanas más tarde,

asomada a su balcón,

tendió su vista al camino

y exclamó por su Don Ros,

que venía en la carreta

del carretero Amador.

 

Sofía baja al sendero

como Don Ros le mandó,

que le esperara en el cruce,

sobre la vuelta del río…

y fuera de todo el vecino.

 

Al llegar

se abrazan,

se besan,

se tocan,

se ríen,

se miran,

y lloran.

Se gozan,

se alaban,

se quejan,

se exaltan,

se miman,

se extrañan,

se vuelven a besar,

se abrazan besando,

contemplan sus ojos,

se rozan sus labios,

sus bocas se juntan,

en frenesís dulces,

se ahoga el quebranto

y huye la inmensa soledad.

 

 

(Don Ros y Sofía van de la mano hasta el Mesón)

 

 

Al día siguiente,

Don Ro, sonriente

se asoma al balcón.

 

Sofía galana

cual dulce manzana

Saluda a Don Ros.

 

SOFÍA:

¡Buenos días, amor mío!

¿qué tal has dormidos?

 

DON ROS:

Como un lirón.

 

SAFÍA:

¡Baja a desayunar!

 

 

DON ROS:

Sí, bajaré en seguida.

 

 

( Do Ros y Sofía ya están en el comedor)

 

 

SOFÍA:

¡Mira, bien mío!

¿Unas tostaditas de manteca

o unas lonchas de jamón?

 

DON ROS:

Antes tres mil besos tuyos

y después tu corazón.

 

SOFÍA:

Dame  los que tu quieras

y sáciame de amor

así, debemos morir.

así, con esta pasión,

así ,amor de mi vida,

así, morirnos los dos.

 

DON ROS:

Esto esperaba de ti

una rosa en esplendor,

un delicado jazmín

muriéndose de amor.

 

 

NARRADOR:

Don Ros sacó los regalos

que a Sofía le traía,

las perlas y la esmeralda

y una divina sortija.

 

Y los perfumes de  Arabia

y las peinetas de Egipto,

y las pañoletas de Tánger

y de Melilla los vestidos.

 

 

(Después de mediodía, Sofía con Don Ros dan

un paseo por el río y manzanar y le muestra

los senderos todos de su propiedad)

 

 

DON ROS:

Enséñame,querida mía,

este lugar soñador,

edén de la poesía,

donde quiso verme Dios. 

 

 

SOFÍA:

Lo que te puedo enseñar

son los verdes pastizales,

y el continuo trabajar

de los nobles animales.

 

Te presentaré a Juan,

nuestro buen y fiel criado,

que siempre sobre el terreno,

con los bueyes y el arado.

¡Mira!

Allí está en el establo.

 

 

(Se acercan)

 

 

¡Ola, Juan! ¿Qué tal estás? 

 

JUAN:

Bueno mi señora,

un poco cansado.

La vida siempre es la misma:

dolor lucha y trabajo,

pero a veces nos compensan

las cosas que dan agrado.

¿Puedo enseñarle al Señor

todas las partes del prado?

 

 

SOFÍA:

Gracias, mi querido Juan,

estas cosas son del amo.

 

Ros, me alcanzas esa rosa

 

DON ROS:

¡Vida mía!, para ti…

buscaré la flor

y la mariposa.

 

Sigamos por el sendero

para llegar hasta el río,

allí mojaremos los cuerpos…

 

 

SOFÍA:

¡Por Dios!

¿No estará frío?

 

 

DON ROS:

Calla, ven y verás.

Las aguas de espuma blanca

cuando te moje los senos,

mis ojos se encenderán.

 

 

NARRADOR:

Se bañaron como cisnes

en el agua cristalina,

en los chorros y cascadas

con pantalón y falsilla.

 

Subieron hacia la huerta

contemplando el manzanar;

todo lo dulce y lo bello

hasta llegar al pajar.(sigue, falta 1.-)