Hector Adolfo Campa

Ayer me he encontrado con una mujer

Ayer me he encontrado con una mujer,

De esas que poseen respuestas,

Y no requieren de preguntas.

Aquella mujer me hacía creer

Que la vida es más de lo que nos cuentan.

 

Era una mujer de las que no hablan

Por tener la boca llena de palabras,

De las que no tocan ni agarran,

Por tener las manos llenas de caricias,

De las que te observan y no miran,

Por tener los ojos llenos de manías.

 

Aquella mujer, con la que me he encontrado,

Me contó que tenía un silencio

Muy suyo, muy tierno.

Yo le entregué mi cansado repertorio

De palabras y tópicos de ventrílocuo.

Ella sólo me miraba, sin mírame del todo,

Ella me escuchaba, y no oía mi coloquio,

Y me encontré como trovador en auditorio

Plagado de silencios y oídos sordos.

 

Esa mujer no me ignoraba,

No me tendía su incomprensión

Para arrollarme con malicia;

Me tenía en cuenta,

Me entregaba su pasión,

Muy a su modo y con maestría,

Pero lo hacía, me quería,

Me daba pretexto e intensión,

Me daba la alegría

De vender mi monólogo y mi canción

A cambio de un gesto,

De un beso en la mejilla;

Me daba la ocasión y pantomima.

 

Aquella mujer, casi sin expresión,

Entregaba una rosa con cuerpo de mármol

Y con palabras de estrella o de panteón.

En nuestro encuentro, lento como caracol,

Ella se disponía a decir algo, que no decía,

Y quería tocar algo, que no tocaba,

Y ardía en un candor que la oprimía,

Pero su piel era fría, y su beso no entregaba.

Allí entendí que esa mujer era más que amiga,

Más que cuerpo y poesía;

En ese momento me di cuenta,

Que era como una canción de amor

Tocada en piano por un ángel mudo

Y que al vuelo caía.

 

Ayer me encontré con una mujer,

Y no era sólo rabieta y seducción,

No era figura y complejo de perfección,

Era un ser de carne, silencio y estupefacción,

Era como debe de ser la vida,

Y no como se nos cuenta en primavera

O en cada estación.

Ella es vida atrapada en una mujer

O mujer atrapada en vida,

Pero era lo que me cohibía y fascinaba,

Lo que me tentaba a liberar la vida

De mi boca y de mi brazo,

Me invitaba a liberar a la mujer

Con mi beso y mi poema.

Ayer me encontré con una musa,

Y encontré también a mi alegría

Más compleja y más bonita.