srakkin

¿Estaba él ahí?

Ahí estaba él, forzando la puerta de aquella habitación como si no estuviera mirándolo ¿soy invisible o no tengo presencia? Buenas noches – Le dije– para eliminar este incómodo momento ¿Le pregunto si lo puedo ayudar en algo? Quizás se le hayan quedado las llaves de su casa y en el peor de los casos por un cigarro me vuelvo un ladrón. Justamente, me volví un ratero.

 

 Que cigarro más excitante, hasta el humo es más denso, el filtro es más corto y el tabaco es más oscuro, fuerte. A todo esto no conozco tu nombre – Le pregunté– A lo que me respondió “León” pero en verdad tenía cara más de Gabriel, así que lo comencé a llamar así. ¿Sabes dónde pueden estar las monedas? – Me interrogó– Claro que sí, están en el segundo cajón de la cómoda, ese que tiene la tele, Gabriel – Le respondí– me dio las gracias y de inmediato comenzó a sacarlas. Yo estaba sentado, esperando a que estuviera lista el agua del hervidor, quería un café bien cargado, a estas horas no funciono bien. ¿Qué estás haciendo? – Me preguntó– Yo le dije que estaba cansado y que además tenía hambre, comería algo y me tomaría un café, ¿Tú quieres? – Le consulté– No sabes que estamos robando, que esto no es una noche en un hotel, mejor dime donde está el notebook – me dijo – Perdón, es solo que de verdad tengo hambre, el notebook. Ayer, lo deje ahí, debajo de la almohada de la cama de la derecha. No tardó en agradecerme.

 

 Siempre me gusto ayudar a las personas, si alguien pide le doy, si me piden más, pues, le doy más. Gabriel, ¿Por qué estas robando? – Pregunté– Lo hago porque no tengo nada mejor que hacer, quiero divertirme antes que salga el sol – Me contestó– El agua esta lista ¿Quieres un café? – Dije– Bueno, pero sólo el café, que ya tengo que irme ¡Ah una última cosa! ¿Sabes dónde están las demás cosas de valor? – Me interrogó– Sí, en el velador esta una billetera con las cartas de amor, al lado de la cama está el cenicero, la pipa está arriba del refrigerador y el abrigo marrón está colgado en la silla que está al lado de la puerta de la habitación – Le dije mientras caminaba al baño para tomarme el café – Gabriel, ¿Ya tienes todo?– le pregunté desde el baño – Lo tengo todo, ¿Dónde estás? – Me preguntó– Eso es lo único que no sé dónde está – Le dije mientras me miraba al espejo – Quizás nunca te vayamos a encontrar, hasta mañana – Me susurro-.