aprendiz de poeta

Tú mi capitán, Yo tu marinero.

 

Desvísteme, con tu mirada
hazme el amor una y mil veces,
poséeme, hazme tuya
al calor de esta hoguera
que nos está abrazando.

Entrégate a mí, cuantas veces sea necesario,

entra, que mi cuerpo está libre
y expedito está mi mar
para ser surcado.

No te detengas 
no hagas pausa,
sigue y sigue remándo,
por los contornos de mi piel
que sumisa se te va entregando.

Mi capitán, ¡estoy a su mando!
diga usted 
lo que está deseando,
yo, una simple marinero
a sus ordenes estoy,
en todo los caso.

Calma el fuego que has avivado
o atízalo, si es necesario,
con el tizón en tus manos
marca mi piel,
deja  señal de tu paso.

Las ropas no hacen falta
solo sobran.
Vistámonos de desnudes
que es el atuendo perfecto,

para lo que estamos pensando.

Mostrémonos tal y cual somos,
que no sea la timidez
la que nos deje  frustrados.

Ámame, tócame, bésame,
llega donde has imaginado,
expediciona,  entre mis ropas,
entre mi piel, que te está esperando.

Atráca en mi isla
hazla tu guarida,
quédate allí cobijado
entre pétalos de rosas,
entre el aroma a pasión
que ella está exhalando.

¡Se libre mi capitán!
tu mirada lo está deseando,
debes saber que esta esclava,
nada, nada te está negando.

Ser el dueño te ofrezco
de mi jardín y mis prados,
toma lo que te apetece,
no te niegues a disfrutarlo.

Mónica.
Ruth Mónica Muñoz R

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