Josefina 46

CON PERFUME DE AZAHARES

En la pasada primavera

me plantaron un naranjo

que vivía prisionero en su maceta

con sus dorados frutos colgando.

 

En un seto de mi jardín

perfectamente preparado

luce esbelto y con postín 

y la suave brisa perfumando.

 

Le rodean las margaritas

blancas, azules y amarillas

y las delicadas violetas

con sus moradas florecillas.

 

¡Qué bonito y atractivo

ha quedado el naranjo en mi jardín

que cuidaré con esmero cada día

y seguro me dará de frutos mil!

 

Una mañana lluviosa

en su liso tronco descubrí

una solitaria mantis religiosa

que gustó allí de subir.

 

Absorta y de rodillas

contemplaba el azul del cielo

o estaba a Dios agradeciendo

por crear algo tan armonioso y bello.

 

Y con el tiempo mi naranjo crecerá

y se igualará con el frondoso limonero

y ambos me darán lo que tanto anhelo:

alegría, paz y conduelo.

 

Y de Buñol tendré su Castillo,

sus ríos, sus montes, sus flores...

y de Valencia dos bellos frutales

con perfume de azahares.

 

Fina