valentino malatesta

En el atajo del corazón

En el atajo del corazón

 


POR muchos años, estuve sepultado en vida
en este mundo giratorio de mentiras.


Quizás la más grande de las traiciones
es la que le hacemos a nuestro propio corazón,
cuando pensamos, que cruzando por un atajo
al sendero que él nos señala,
podemos burlarnos a nosotros mismos
y ser felices en esa gran traición.

En el atajo del corazón nos confundimos,
y vamos atravesando senderos

sobre ríos tormentosos,

por pasarelas sin barandas,
con peldaños que han caído a aguas oscuras
que se han disueltos carcomidos

por las termitas de nuestros miedos.

En el atajo del corazón

nos vamos siendo lo que no somos,

nos vamos contando verdades
que sólo existen en las vitrinas

de nuestras tristezas,
angustias de nuestras almas adoloridas,

atormentadas y mentirosas.

 

En el atajo del corazón

no somos, ni existimos,
apenas parecemos ser sombras
engendradas por soles ficticios,
de días oscuros,

de noches sin lunas ni estrellas,
de miradas que no pueden mirar a los ojos.

En el atajo del corazón

somos nada, y creemos serlo todo,
con nuestras posturas de semidioses
que no han fraguado siquiera en yeso,
y que aún así, pretendemos aparentar ser de oro.

En el atajo del corazón

somos seres minúsculos
que no llegamos siquiera

a ser pisadas de gaviotas en la arena,
que se diluyen a la primera ola de mares
que realmente son grandes y majestuosos.

En el atajo del corazón

no transitamos ni tú, ni yo,
porque nos esperamos

con el corazón a tajo abierto,
con las entrañas en las manos

con nuestros ojos honestos,
como mi amor por ti sincero
 

que nunca existirá
entre miedos ni rencores,
sólo entre amores mi amor,
sólo entre amores.

 

 

 

Valentino Malatesta