Raúl Daniel

Tía Eulalia... (Cruzada por la Vida: Migraciones)

 

Tía Eulalia, no te vayas,

todavía hace calor,

el sol aún nos regala

la luz de dorados rayos;

abrázame otro poquito,

me gusta mucho tu amor...

 

Cuéntame otra vez la historia

que tú me sabes contar,

de una doncella que duerme

y no puede despertar,

hasta que un joven muy guapo,

su boca, llega a besar...

 

Aunque vives retirado

nos viniste a visitar,

lo haces siempre que puedes

y me sacas a pasear;

la abuela ya está muy vieja

y en su cocina o pileta

todo el tiempo se le va,

mientras espera que vuelva

algún día mi mamá.

 

Ella se fue a Buenos Aires[1]

(por la gran necesidad),

y está trabajando bien,

lo que se puede notar

por los giros que nos manda,

y así podemos pasar...

y los días se suceden...

y el de hoy es otro más...

Pero ha sido muy distinto,

pues llegaste muy temprano,

con tu sonrisa de siempre,

con tu estampa de señora,

con tus besos y caricias,

con tus canciones y cuentos

(y una gran torta en las manos,

la que ya comimos toda...)

 

¡Cómo me hallo feliz

cuándo te oigo cantar!

y cuántas bromas les haces

a mis primos y a la abuela;

contigo (todos concuerdan),

da gusto pasar las horas,

si uno está enfermo, mejora,

y, aunque no sea un cumpleaños,

un bautismo o una boda,

¡pones la casa de fiesta!

 

Tía Eulalia no te vayas,

espera otro poquito

y cuéntame ese cuentito

que me contaste de Italia,

de una Julieta, un Romeo,

que al amor hicieron caso;

cuéntamelo y acaricia,

mientras tanto, mis cabellos;

cuéntamelo despacito...

¡quiero dormirme en tus brazos!

  

 

[1] Las migraciones de padres o madres que obligadamente realizan los paraguayos a Bs. As., Argentina, en busca de mejores salarios para proveer a los suyos, suelen afligir muchas familias. Gracias a Dios que sus pequeños suelen quedar en la mayoría de los casos a los cuidados de amorosas abuelas y tías. De hecho que estas situaciones no deberían existir, pero el desempleo y el sub-empleo reinante en Paraguay, las ha producido, más que se da que no es tan difícil cruzarse al vecino país, donde generalmente ya tienen algún pariente o amigo radicado, y que le brinda amorosa acogida, (porque eso tienen los paraguayos: ¡son muy amorosos y solidarios!)