Raúl Daniel

¡Despertad!

 

El sol está al cenit, ¿y vosotros durmiendo?,

¿soñando con las musas?, ¡las musas son un cuento!,

¿Qué creéis que tenéis muy adentro vuestro?...

¿mieles del Parnaso... del Olimpo, ecos?

 

Poetas: ¡despertad que avecina una tormenta!,

luego no reclaméis si el temor os amedrenta,

fuisteis avisados, se os dio las herramientas,

la reflexión certera, ¡la palabra perfecta!

 

El idioma de los ángeles habláis inspirados,

con metáforas y música que suena en vuestros labios,

como miel vuestro decir, razonamientos de sabios,

y espada de dos filos, vuestra pluma: ¡el agravio!

 

Despertad ya, despertad poetas de la tierra,

¡el Dios todopoderoso está llamando a la guerra!

 

Muy atolondrados pasáis enamorados,

luciéndoos con románticos versos inspirados,

en demasía el ego de damas halagando,

y de Dios, os acordáis... ¿Cuándo?

 

El enemigo os seduce y aconseja,

haciéndoos creer que no es cosa vuestra,

que es de curas o pastores, (también de viejas),

política, religión, teología, ¡no una guerra!

 

Ya todo el planeta está corrompido,

los niños por las calles sin pan y sin abrigo,

los hombres indolentes, intemperantes, agresivos,

las mujeres abortando a quienes serían sus hijos...

 

Los recursos se agotan, el suelo se depreda,

y las ganancias a unos cuantos, solamente llegan...

¡Despertad ya!, ¡despertad poetas de la tierra!,

¡el Dios todopoderoso está llamando a la guerra!

 

No se os dio palabras lisonjeras

para que podáis levantar fácilmente polleras,

¿No os dais cuenta que es una quimera:

estar enamorados, ¡suicidarse por ellas!?

 

El amor es algo distinto a una calentura,

no hormonas que os hagan subir temperatura,

amar es otra cosa, no pasiones ni premuras

ni obsesiones que terminan ¡todas en locura!

 

Pero, en esto precisamente consiste la lucha,

dormidos, justamente, ¡nadie os escucha!,

todo el tiempo pasáis entre penes y vulvas,

y en el mundo muriendo las personas: ¡muchas!

 

Con venenos en los alimentos os están matando,

con vacunas obligadas, a los niños enfermando,

remedios que no curan, (solo hacen ricos a unos cuantos),

y los poetas del  mundo y los intelectuales: ¡callados!

 

¿Quién hablará, sino vosotros?, ¡Despertad poetas!,

¡Nunca terminó la misión de los profetas!,

¡Despertad ya!, ¡despertad, poetas de la tierra!,

¡el Dios todopoderoso está llamando a la guerra!