Sussana Peña

“Himen, sexo, violación”



No sabía que ser mujer implicaría tanto sacrificio,
sin ser practicante de una religión me veo obligada
a usar el hábito en las calles para que nadie note
que me han crecido los senos y que mi trasero no sólo
es motivo de vergüenza propia, sino, perfecta fantasía
para aquellos que les gusta practicar el arte de las filias.

Estoy cansada de caminar con miedo,
ir en un ascensor asustada mirando si el
tipo que va a mi lado pretende arrancarme
la ropa y romperme el himen, a veces, tiendo a
mirarles la entrepierna rogando a Dios-si es que existe-
que tenga el miembro tan pequeño que lo pueda comparar con
un clítoris.

Me pregunto por qué nos han enseñado a cubrirnos
el cuerpo de esos hombres tan nefastos que van por
la vida con su asqueroso miembro al aire como si creyeran
que todo esto se tratase de cuántas vaginas penetran,
no entiendo por qué debo yo estar en casa antes de anochezca
por miedo a que me arrebaten la libertad que tengo sobre mi propio cuerpo.

Por qué no enseñarles a estos subnormales que se piensa con la
cabeza que está encima de los hombros, incluso esta puede eyacular
ideas realmente increíbles, ¿O es que quizá necesitan que se las masturbe?

Para muchos son zorras, putas, dicen incluso que no cobran;
se han atrevido a decir que eso les pasa por exhibirse hasta
se llenan la boca de acusaciones incoherente como: “Ella lo provocó”.

No puedo creer que viva atrapada en un mundo donde ser mujer
es una condena, donde sin importar clase u orientación sexual
debo cuidarme las espaldas y rogar que me vean tan fea para que
no me pongan un dedo encima. Estoy cansada de callar, de andar aterrada,
de sentir miedo de un hombre al que ni siquiera conozco y posiblemente
no lo llegue a conocer jamás-si es que tengo suerte-.

Me rehúso a usar hábito en pleno verano,
a fajarme los senos por miedo,
a escuchar historias de desgracia que pasaron chicas desafortunadas
como prevención para no desobedecer a mi cansada madre.

Me rehúso a vivir en un mundo donde le tengo más
miedo a una violación que a un cáncer, donde yo debo
aprender que si un hombre viola es por naturaleza
y si me defiendo eso es delincuencia.
Me rehúso a vivir,
repudio la sola idea de vivir un día más con miedo.