Oscurb

El origen de la filosofĂ­a

 

El hombre quieto se preguntaba
por qué hay algo, y no la nada;
por qué el sol, por qué la luna,
por qué la muerte, por qué el dolor.
Por qué no hay palabra que reúna
en una sola y firme sentencia
todo lo que siente, lo que piensa,
como en un simple y pleno color.

 

«¿Nos habrá moldeado un ser divino?».
«¿Existiremos por azar, por destino?».

 

El hombre creaba filosofía,
se asombraba, se espantaba,
de las preguntas no escapaba
y cada vez menos entendía.

 

«¿Qué habrá más allá de la muerte?».
«¿Reencarnaré? ¿Tendré esa suerte?».

 

El hombre sentía varias cosas
(inexplicables muchas de ellas):
algunas calmas, otras furiosas;
algunas simples, otras complejas.

 

El hombre quieto, ya anonadado,
miraba solitario el cielo estrellado.
Mientras pensaba había oscurecido.
No había extraído conclusión,
pero no se sentía fallido.
«No sé realmente qué es la verdad»,
le dijo al cielo crepuscular.

Y el eco de su voz, le pidió perdón.