josemiguel

Hablando con mi mujer

Ya le dije a mi mujer, no quiero que me cocine,

No quiero más su comida, aunque me cocina bueno;

Ya no quiero de sus manos yo probar ni un plato más,

Porque me tiene pesando, doscientas cincuenta libras,

Y todo porque se enoja, si otras mujeres me miran.

 

No me quiere dar un chance de yo salir a la calle,

Un domingo trajeadito, dulcemente perfumado;

Porque se cree que el negro se le puede enamorar,

De una viejita en la esquina, o la vecina de atrás.

 

Por eso me hace un guisado, que hasta me chupo los dedos,

Y ¿qué me dice un asado o un fricase de conejo?;

Son las cosas que me gustan y ella ahí se aprovecha,

Coge el plato y echa y echa, para que yo me apipe;

Luego me ve soñoliento, y a mis espaldas se ríe.

 

Yo soy el negro Miguel, conmigo que no se equivoque,

Yo sé que me como todo, porque su mano es muy buena;

Me cocina como un ángel y eso hasta me causa pena,

Pero ya se lo advertí, no quiero que me cocine;

Ya que me siento estar gordo, y un negro gordo no sirve.

 

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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita