Andrea Valentina

Estaciones y azahares


 
Una nueva primavera besa la ventana,
los azares perfuman la mirada solo de quien mira.
 
Llueve o parece que va a llover
y a veces pasa que la vida nos hace estas cosas,
precipita verdades, acaricia la piel viuda sobreviviendo,
como los duraznos abichándose antes de madurar.
Pero quien puede detener al que queda dormido,
a quien el silencio es como un golpe que nunca explica.
Así es la fractura por donde se cuela la soledad,
un tiempo duro, muerto, una grieta mal hecha,
pariendo presentes solos y futuros cortos
que juegan a la inercia con la vida.
Hasta que el amor, ese bicho deseado sin antepasado ni
descendencia vuelve a copular para uno,
como reflejo niño que no calza en la vereda de nadie,
pero tampoco se ahoga en la olla popular de pensamientos ensombrecidos.

Hoy llueve, y mi nombre a nadie importa,
pero esta lluvia lava en algún lugar los relojes,
despierta los sueños despeinando el destino,

Una nueva primavera besa la ventana
despliega no sé que alas.
Una vez más, los azares perfuman la mirada de los que miran
¿Pero como ayudar a quien se queda cómodamente dormido?