LIZ ABRIL

CUANDO ABRA LOS OJOS

Se duermen a mi lado los fantasmas 

de amores inconclusos,

como luces tenues se desvanecen 

con el último suspiro de la noche.

La almohada silenciosa guarda 

los secretos de esos ardientes besos

que las arenas del tiempo fueron 

tornando en viento gélido.

Con los ojos cerrados presiento 

el recuerdo de sus dedos,

erizando mi piel con el deseo 

de resucitar sabores viejos,

que antes fueron dulces 

y hoy se vuelven agrios,

gastados, olvidados, oxidados, 

hartos de estar muertos.

Mis manos se aferran a las sábanas, 

así como antes aferraban sus cuerpos

y en el oscuro silencio pregunto... 

¿dónde irán esos amores que no fueron?

¿Habrán encontrado un lugar dónde anidar 

cómo esos pájaros nocturnos

que se apropian de algún nido ajeno?

Y revolotean en mi mente 

las palabras que dijeron, 

llenando el espacio de mi cuarto 

de aleteos fugaces y etéreos 

que se descomponen en palabras,

sílabas y frases rebotando con su eco 

en las paredes blancas, 

tan blancas como esa luna que agoniza 

y cae rendida en la montaña.

Pero es inútil su empeño en persistir...

¡porque el sueño les gana la batalla!

¡porque no les debo ni me deben nada!

y puedo dormir con paz en el alma.

Deberán marchar... no hay nada pendiente

y ya es momento de borrarlo todo...

hoy cierro la puerta... a esos amores viejos,

ya no habrá fantasmas...

cuando vuelva a abrir mis ojos.