Ramirez Adrian

Casa del árbol

 

 

 

Habían empezado con el mismo cuento
de las diferencias apáticas, de la relaciones,
del poco tiempo para dormir.

 

Se negaban, aunque lo sabían, se negaban
pero seguían bebiendo el vino
porque estaba muy bueno,
y porque no tenían a quién rendirle cuentas.

 

Sin embargo lo sabían,
pero ninguna se atrevía a decir nada
por la pena, el descaro de abrir la boca
aunque ya la habían abierto
y hayan comentado
y...
—Paola, cuatro treinta, es hora de dormir —

 

Pero no era igual, no lo mismo
y seguía la amargura
pero se dijeron lo que se tenían que decir
porque ellas lo sabían
y la ironía
porque a ellas les gustaba probarlo
porque sabían cómo sabía
porque...
—Clari, ya basta —

 

Y era extraño
porque todas dependían de eso
y eran grandes, y fumaban, y tomaban
y aun así era extraño
porque ellas eran diferentes
por como se tocaban
por como se miraban
y el vino, el vino...