gatoconbotas_58

Extraños en el tren (tercera entrega)

La seguí, en el tablero las piezas ocupaban sus distintos lugares, la vida estaba en marcha: detrás el pasillo azul y los ojos azules, la nostalgia, por delante lo increíblemente insondable, el imposible, lo que viene. Las puertas eran corredizas, se deslizaban como guillotinas transversales, pasé por uno y otro vagón, primero el de clase única donde estaban los asientos comunes y mucha gente hablaba en voz alta y señalaban cosas del paisaje, una hilera de eucaliptos enormes pasaban a toda velocidad y se percibía el aroma en el aire, y algunos chicos corrían por el pasillo, miré rápidamente y seguí adelante, una puerta guillotina luego el coche cama con sus compartimientos privados y luego otra puerta y otro vagón y otro, y ella que necesitaba que la busquen y como un juego tonto yo contaba nombres hasta cien y llegué, abrí la última puerta, el vagón lucía casi vacío, alfombrado de color bordó, todas las ventanillas con cortinas al tono y bordados color oro, anaqueles en madera de roble claro y apliques al estilo lámparas de kerosene en los laterales le daban una iluminación tenue y la música invitaba a la relajación. Al final, sobre un rincón, una pequeña mesa y dos sillas de estilo inglés. Ella estaba dibujando, me acerqué y le dije “pica”…ella sonrió sin entender que me refería al juego de las escondidas entonces vi que había llorado, tenía sus ojos apenas enrojecidos y en su mejílla aún resistía una pequeña gotita…  

 

“A mi,

solo a mi,

sin ti,

no digo,

tu me llamas y tu me dices

y no dices nada,

jamás dices nada,

jamás,

y muero y pienso,

amo, pienso

y vuelvo a morir,

REMUERO/

y la búsqueda íntima pasa,

cambia y pasa,

se derrumban algunas paredes y pasa.

Las ideas se rebuscan y se refugian,

se retuercen en sus húmedas tumbas

con bóvedas gris_rosadas enumeradas,

silenciosamente  imaginadas,

prensadas, apiladas,

y tristes…”  

 

La retuve con mi dedo índice: “padre/amigo/amante”

_No se que es lo que quiero

_Solo no te arrepientas

_La vida es trágica

_El universo no es amable

_La gente querida se enferma y se muere…

_Algunos también sanan  

 

“Las galerías rotas, destrozadas, ya no son aquellas que yo conocía, el ruido se transformó en polvo y telarañas, los gritos adolescentes en revoques rotos de medias caídas y zapatos gastados y redondos, la soledad ahora se respira hacia los cuatro puntos cardinales. El sol entra fuerte por las ventanas del este y eso debería ser suficiente para aclararlo todo, es tibio para esta fecha del alma, a pesar de los cristales que ya no están y jamás serán rotos nuevamente, que increíble paso lo que una mosca tarda en morir así es la elipse del hombre frente al universo, una elipse cruel y siniestra que devora infancias y adolescencias y mata gente conocida. Tú estabas allí, muy cerca, con tus ojos pardos, apretándome la mano para decirme que así sea, yo como aquel ángel que jamás hubiera deseado ser revoloteaba aquella atmósfera indolente de áridas fragancias, la calma era necia, abstracta, el pensamiento crecía por encima de los cuerpos ingrávidos, la cama llegó para quedarse luego vacía, a su lado los recuerdos se recostaban sobre una colcha a cuadros como calles que cruzaban todas las distancias imposibles de abrazar con el pequeño taxi amarillo y negro de chapa, el cuerpo entre los cuerpos, el cariño viejo y gastado, reconciliado, amarillo en el espejo del otoño que se escapaba. El espacio tiempo se acortaba, la vida solo era retenida por pequeños filamentos que oscilaban entre la edad avanzada y las volutas del cigarrillo consumido a una velocidad innecesaria. El gris verdoso se vuelve ojos grandes, redondos, abiertos, el último grito mudo, el último cigarrillo y la última mirada hacia la cortadita de adoquines tan redondos como aquellos ojos de mano ya suelta, el tiempo va devorando la elipse con el último aliento, se nos está yendo…los edificios me miran imperturbables, algunos han evolucionado otros se quedaron en el paquete de galletitas manón de 4. La vida, la muerte, el amor…”  

 

_Necesito que me encuentres…  

(el dibujo reflejaba mi rostro)