Javier Gamboa Panevel

A mi abuelita amada

 

 

 

Mi abuelita

Por: Javier Gamboa Panevel


Hace ya cincuenta años, Mi abuelita, se ausentó para siempre.

Yo siento aquí en el  pecho que aún está. Porque su alma, fundida con la mía.

Ya sólo este lugar ha de ocupar.

Recuerdo cuando yo era un mozalbete y  que junto a mi esposa solíamos viajar.

Ella ocupando asiento al lado mío, yo detrás del volante,

Y tú abuelita, el asiento de atrás.

Después de pocas horas conduciendo, mi cuello era asistido de dolor.

Estacionaba el coche. A  tu asiento pasaba,

Y mi cabeza,  se tomaba  tus piernas como almohada.

Dulcemente tu mano a mi nuca sobabas,

acompañando a tu sobar un rezo.

Mi dolor se ocultaba, y  mi joven cabeza de un sopor se inundaba

Después de un corto sueño. Descansado… el volante,

Nuevamente tomaba.

¡Oh Mi linda viejita que no has sido por jamás olvidada¡. En mi memoria, has estado presente y recordada.

!.En retratos de entonces;  en  mis paredes, en mis cosas de ayer!

¿Cómo olvidar cuando me consentías? ¿Cómo olvidar las misas a las que me llevabas?

¿Y aquellos rezos largos, frente a  un altar de santos,  que  tan  bien recitabas?

¡Como olvidarte, abuela de mi Alma!

A los años sumados después de tu partida, creo no estar muy lejos de alcanzarte.

¿Pero cómo alcanzarte si tú nunca te  has ido?

¡Estás aquí conmigo en cada llanto, en cada lágrima de estos ojos claros!

Siento tu sobadla en mis espaldas.

Y en cada gimoteo de mi pecho, mi pena la acompañas.

¡Abuela…Abuela mía…Dame tu bendición y un fuerte abrazo.