GuillermoO

Último viaje (editado)

Yo,

el que duerme por tus ojos,

el que corre por las eternas piernas que les prestas,

el que recita sólo las estrofas aquellas

aprendidas en remotos momentos:

ese romance que tuvimos con el preciso vino azul;

yo,

porque tus manos son dos cuevas de madera blanca,

vengo a tu sombra y digo:

no lloraré;

la fiesta ha terminado.

Nada vale la pena 

si estás tan lejos y perdido,

tiritando,

bajo los capiteles de la noche

o en los arcos claros de la mañana.

Dame la libertad.

La necesito.

Para construírte cercano a mí,

he de buscar la tierra más oscura.

El mar más temeroso es un niño sobre sus olas altas,

el fragor del volcán besa los campos...,

y todos los misterios del mundo

son inciertos

cuando tu cuerpo me llama.

Quiero estar cerca de tí

y a la vez lejano.


Una definitiva plenitud

nos sostiene

en el recuerdo de nuestro goce engañado.

Volverá la mañana,

pero no volverá el zumo rojo y musical

del sendero por el que andábamos juntos.

Adiós, 

déjame en paz con tu recuerdo;

no lo quiero, abjuro de él,

quiero un río fresco,

quiero ser libre...

(y aún mi corazón percibe

lo que podría haber sido

nuestro latido antiguo,

el sujetar las caricias con mis manos

en las habitaciones azules,

la voz que se ensanchaba

hasta llegar al borde de tus oídos...)


G.C.

Direc.Nac.del Derecho de autor