Jose Maria Gentile

Entre los zapallos, la pasión

 

Llegó la primavera tibia, soleada,

y el campo floreció a nuestro alrededor.

Se cubrieron las plantas de brotes,

comenzaron los picaflores a recorrerlos anticipadamente

y las tardes se alargaron junto al sol.


Los vientos amenguaron su ira,

las brisas los suplantaron y junto al laurel enhiesto

los almácigos reverdecieron las lechugas,

se reprodujeron los zapallos viboreando por el suelo

y tuvieron su primera flor.


Salieron de su nido las garzas

y comenzaron el vuelo hasta llegar a nuestros pinos.

El jardín se convirtió con el eco de sus trinos,

melodía de picos largos y entonados,

llamado de aleteos apasionados

posados en lo alto.


Correteamos dibujando nuestros cuerpos

que fantasearon en el pasto;

clamaron los gemidos,

torpes arrumacos, besos despiadados,

y entre tanto roce los zapallos

suspiraron de pasión.