Espada centelleante que parte
en mil pedazos un trozo de madera
que reposa sobre cenizas y rocio escarlata.
Saetas ígneas apuñalan
el eco de las águilas.
Martilleo incesante de la
péndola con cuello blanco.
Juez y jurado de un coliseo infecto.
Cálamo sin brazos,
desprovisto de voz sobre
lienzos.
Pasos erraticos,
ojos muertos,
cabello blanco,
piel pálida,
corazón que late...
Octavio Aldebarán Márquez.