Cuervo4141

El escribano y el gorrioncillo

El escribano y el gorrioncillo.

 

Había una vez un escribano en un castillo medieval , que enamoraba a una princesa, con poemas de amor;
 su pluma mágica, solo puros versos de amor plasmaba en grandes pergaminos, para recitar a esa princesa que le robaba el corazón. ¡Mas de pronto algo desvió su atención!¡Era un bello gorrioncito! Que con su maravilloso trinar a ese escribano le desviaba la atención, sin entender un ¿porque? poco a poco fue olvidando sus pergaminos de amor, que cada día recitaba a aquella princesa, que un día fue su gran inspiración; era tanta su devoción, por los dulces trinos de ese colorido gorrioncito que un día lo atrapo. Y celoso de que alguien más escuchara su hermoso cantar, en jaula de oro lo puso en su habitación real. Y así al levantarse cada día ya no volvió a escribir, solo esperaba ese dulce trinar, más de pronto empezó a notar que ese trinar ya no tenia el embeleso de la magia que el un día sintió.

 Ya el escribano se olvido de recitar esos versos llenos de amor; y ya el gorrioncito su trinar se volvió triste y su magia se perdió.Desconsolado el escribano se preguntaba, ¿Mis versos ya no recito más y ese gorrioncito su canto transformo.

 ¡De pronto oyó una voz que le decía! Mi visita a tu castillo era la vida de mi trinar, por todo ese amor, que en tus versos plasmabas para tu princesa real; y hoy me doy cuenta que todo tiene un final. (Decía el gorrioncito a ese asombrado escribano)\"Tu desvió es mi muerte\" , porque yo vivía de ese amor y hoy me conviertes en prisionero de tus dudas y lo débil de tu amor.

 Ya no hay más versos para la dueña de tu amor, ya que lo que mi canto era la melodía de esos versos y hoy ya no recitas más y a mi en esta jaula de oro mi libertad se volvió mi pesar. Y las lágrimas de esa princesa son las dagas que sangran mi pecho y me impiden trinar.

 Ya no hay amor, ya no hay melodías al viento, solo tristezas y desolación. Un escribano enamorado hoy perdió su inspiración y solo lamenta su gran equivocacion. Perdió a su amada y la dulce melodía de un gorrioncito que le cantaba al viento todo lo que ese escribano jamás compren-dio.