Alejandrina

En busca de tus labios

 

Cuando en ausencia

busco tus labios amor…

golpeo el umbral de la lluvia

única catedral que da paz a mi alma

bautiza mi nombre con su aliento 

y va suavizando las cadenas con las que

arrastro las piedras de la tristeza.

 

Es la angustia propia de la espera

anticipándose al escalofrío,

al desguace del temblor y el suspiro

en nuestras bocas.

¡Ah! pero si llegas tan lleno de tormentas

como siempre, por un momento exacto

para repetir el nacimiento del día en plena tarde,

yo seré la fuente del sosiego.

 

Porque tus labios amor

vienen ardiendo en la rauda

diligencia de los vientos

el grito pronto en la garganta,

en tus párpados anidan

todas las palomas de alas leves

y por las noches despiertan

luciérnagas de farolas encendidas.

Tus ojos de mar

pequeños soles sumergidos

hortelanos de luces en mi vientre

recogen su red llena de peces y madréporas.

Tus brazos exigentes van derribando

las solidas mamparas de mi pecho.

 

Ay...tus labios amor... tus labios!

puñales de azúcar, abejas en llamas son

cuando vienen a mi oído

como un torbellino a pedir -ábrete pequeña mía-

como una fruta a punto de almíbar

¡estállame muy dentro! granada luminosa.

 

Y vuelvo a la calmada iridiscencia 

del rocío en el silencio,

al sacro dominio de las piedras 

para anotar en su costado definitivo,

que de tanto en tanto

otra porción de dicha está conmigo.

 

 

 Alejandrina

Registro N°239.343