Oscar Perez

Días contados

Días contados

 

Soy sólo yo, soy sólo un hombre,

me cuesta tanto ver las injusticias

que no olvido, mejor, dar gracias de mañana

por ese sol, por esa lluvia, por el árbol

que ni me sostendrán, pero que yo sostengo

con mi verdad de andar enamorado de sus luces.

Y no es verdad, yo sé que me sostienen,

que hay hojas de abedul en mis entrañas,

que hay láminas de cobre en mis arterias,

y en mis tejidos trigo y calamares

y en mi mirada un astro matutino

que su señal me da de que algo nuevo ya es posible.

Soy sólo tú, no soy si tú no existes,

por eso mi dolor de verte triste,

de verte ensangrentado entre los cuervos que no escuchan,

entre los clérigos que no verán jamás la culpa propia

ni menos del poder la aberración que ya bendicen.

Te explotan, te marginan y te educan,

o sea da las gracias, te dicen los maestros,

o sea se obediente, te repite el comisario,

y caes ya cansado, con fiebre tus mil hijos,

con hambre los millones de hermanos con que luchas,

como los nadie que nadie sino nadie reconoce,

como los simples todos que ya verás cantar un día.

Soy sólo todos los que caminan conmigo,

mis pobres familiares, mis hermanos

y tíos olvidados por un jefe adusto,

y enfermos, desahuciados tras mil años de servicio

y sólo con un bueno, son las cosas de esta vida

y ¿me puede usted dejar bien ordenado su escritorio?

Soy sólo nadie más, no quiero el trono

ni el polvo del que viene ya muriendo,

quiero decir que es mi verdad la que cultivo,

que nadie es responsable de mis dichos

sino mi propia voz, y estas dos manos

que me siembran, que me pulen de llorar,

que me agudizan cual lanza por erguir al alba,

cual testimonio de un mundo que va mal y lo sabemos,

y que ya todos comprendemos, pero

que no sabe encontrar para el camino la estatura.

Soy sólo yo, vendrás, vendremos todos

y aunque ninguno esté, pues puede que ya muertos

nos tenga el porvenir sin que las cosas algo cambien,

aunque ninguno quede, yo les digo,

la vida cambiará, la tierra será nueva

y el hijo que dejé en aquella esquina con mil dudas

su puesto ocupará con nuevas alas y más cielo,

con nuevo corazón y más semillas

indelebles, combatientes, solidarias, solas,

y por las que dejo aquí ya el fértil riego de mi canto.

Soy sólo yo, pero si has pasado por mi calle,

mi paso llevarás y ya verás como estremece

el paso de mil más la iniquidad de días contados.

 

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18 08 14