hajedor

OnĂ­rico

Vivir de la nada,

soñar con todo.

La lluvia cae en un desierto.

Vida para unos, alegorías para otros.

En vanas pasantías se deshacen,

los sueños, que se arremolinan,

de conciencias lúgubres y tediosas.

Que hacen un llamado, un suplica,

a la libertad verdadera y diáfana,

para que emerja de la cotidianidad

real y disgregada, de la ilusión.

Perecedera, ante lo insondable,

de las almas que claman

su acción fútil, pero absoluta.

Eterniza un instante, es luz

que transforma espacios,

en pensamientos ligeros,

emergiendo a la parte superficial

de las cosas, sin alma.

Brotan recuerdos inefables,

con sus anclas doradas

que en el puerto del tiempo,

mantienen al barco de la nostalgia.

Memorias, como rosas secas,

en un viejo poemario,

de páginas gastadas.

Evocan el olvido vital.

Imaginar estos hechos,

a la medida de nuestro sentir,

obnubila la mente, el pensamiento.

Es un traslado Orféico,

invitando a abrir los ojos,

a la realidad efímera.

Despierta y abrelos.

La vida es un poema

que se sueña,

con los ojos abiertos.