Julio Cortazar

Posdata.

   Más que una ficción anómala o creativa ruborizada sensiblemente por el acoso de nuestro lenguaje inaccesible  en circunstancias cómodas como tu sofá favorito y mi café favorito nos tommos en cuenta y de las manos y esas líneas del tiempo se besan las unas con las otras, se sofocan parapetándose  en enredaderas tan brillantes como tus ojos mismos calcinantes, encandilados así dando a luz nuestra historia. Profugas luciérnagas  en tu iris y hay risas queriendo confesar una locura suave, erótica de una literatura inperfecta. Me vuelvo loco y lento, se riega el café por toda la mesa e insatisfecho huye de nosotros se esconde de tus palabras atropelladas por mi boca y no es punto final el granito de arena  muriendo en el suelo. Lo miras respirar el aire que tu respiras casi asfixiandote  en oblicuas preguntas de costumbre, las de siempre conllevando culpas icónicas, figuras geométricamente exactas. Te amarras el cabello  (como siempre)  sin antes levantarte y arrugas los hilos que tejen mi ansiedad.

   PDT. Sin posdata.