La noche avanza despiadada,
bosteza la luna
y su denario traicionero
se ha sumergido en charcos de lava ardiente,
escapados de mis ojos ..
De ti nace la espada que
atraviesa mi costado,
fragua certera,
venías persiguiendo mi substancia
desde antes que mi aliento fuera.
En mi primer suspiro te hicisteis en mis carnes.
¡Dímelo señora!
¿quién decretó para mí este destino?
de paso irregular sobre el sendero,
¿quién conjuró el ritual de estigma y mofa?
¡Oh! altísima matriarca, observe
cuantos ojos voltean ante este brillo infame
que pende como una maldición
del lado izquierdo de mi andamio.
En su filoso empeño
se deshilan los votos del amado,
su aliento frío en plata y velos
apagó los tizones de la hoguera
se astillaron las patas de la cuna.
Y cada día atormentas
con renovado afán
el cáliz tintineante
sobre el sagrado altar hecho de nácar.
Alejandrina.