Oscar Perez

Suceden cosas

Suceden cosas

 

Han pasado mil cosas en la tierra,

guerras que no terminan, muertos que vuelven

y tanta soledad vuelta gentío,

que no contiene el mar sal suficiente,

ni puede el fiel jardín cubrirte entero,

ni puedes con tu voz gestar los cambios.

Han caído mil hojas del pasado,

se volvieron dolor, humus, progreso

y un dardo atravesado entre los ojos

que no permite ver mejor mañana,

que no permite hallar el buen camino

ni echar las maldiciones que hacen falta,

han visto descender los hormigueros

los más probados frutos de la aurora,

el más fértil amor cayó de bruces

y las mismas hormigas del adiós lo desmigajan.

No terminan de ser, no dejan nada

que no traiga sus claves, su miel y su amuleto.

su plan para seguir sobre los mapas

en donde simplemente nada es nuestro,

ni menos en la calva de estos días

en que toda aflicción se hace posible,

ni menos en la miel de los manzanos,

heridos por la muerte del poluto.

Aprecian los que mandan las tinieblas

pues en ellas no hay piedad con quien se opone

ni culpable del disparo que lo extiende en su gran patria

ni rumbo que seguir tras perder vida sus palabras.

Agrede el del poder pues puede hacerlo,

pues el otro no combate, no se cree,

no entiende que el lugar es circunstancia

y que alguno se aprovecha de esta frágil posición de cada cosa.

Y el pobre cree pobre su camino

y el frágil no comprende el don del débil,

de aquel que con iguales suma fuerza,

suma sentidos, gritos, convicciones

y en la calle se vuelve tromba humana,

marcha, paredón de los inicuos,

justicia en el volver a reunirnos,

rebelde libertad entre cenizas del tirano.

En tanta adversidad suceden cosas,

o todo sigue igual o lo cambiamos,

no sólo porque el mar nos lo repita,

más bien porque agoniza en nuestras manos,

se llena de venenos, pierde costas,

y en nuestro corazón ya no hay más playas.

Es todo para ti, para nosotros,

es todo para amar, no para un dueño,

para abrazar, para soñar con las quimeras

de un día bajo el sol,  bajo un manzano,

de un cielo en el que todos ya entraremos,

pues ya bajo él estamos y crecemos.

Hagamos que esto ocurra finalmente,

el resto ya es morir, y sin reírnos

y sin amor ni libertad no tiene gracia,

sin ser felices no es mejor que transcurrir ya mudos

ni amar tiene verdad, más que la de irnos disolviendo.

 

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13 08 14