Campos.J

EL ALBOROTADO

Pero el hombre
¡el hombre!
¡el hombre con sus campanas
y armas y vinos y furias quemantes
que te deboran como un tigre,
como un chacal corriendo por su presa!
¿acaso eres un siervo?
¿naces para morir sin haber nacido?

Pequeña lagrima de esperanza como una
noche de piedras rojas,
como una luz de tus manos llenas de sangre,
el dolor del corazón es tu alimento,
es tu pan no saciado.

Ha muerto un pedazo de algo,
Ha muerto todo,
Ha muerto un pequeño ángel,
su nombre es muy triste para recordarlo.

¡Pequeño!
Mira el suelo, solo hay sangre en tus alas

¡Pequeño!
mira el cielo, solo hay sangre en tus ojos.

¡Y el hombre, el hombre!
Maldito, con sus dudas de trigo,
con sus caracolas dormidas, matan vidas,
matan ángeles dormidos
como una enredadera infinita.

Entonces, ¿donde cantan los pájaros ?
¡¿Donde?! ¡¿Donde?!
¡La luz, la luz!
el hombre con su infamia,
pobre, pobre.

Pequeño con los ojos tristes,
no haz conocido el mundo,
no haz conocido la vida,
pero la muerte con sus garras suicidas te coje
y te guiña el ojo,
pretende ser tu amiga,
ya no hay escapatoria,
no hay,
solo un pedazo de alma que se va contigo;
el dolor,
la sangre,
las piedras,
el tiempo,
los los mares,
descansara
como una fantasía
en tu sonrisa perdida.