Sara (Bar literario)

A mi Alejandra

Alejandra, de piernas azules.

Te has ido.

Vagaste en mi tristeza,

cubriste con tus lilas

la palabra que habita

en el regazo de la ausencia.

 

Mis letras son dos girasoles

en el féretro de tu alma.

Quise alcanzarte

pero la vida es una sábana

que cubre el sueño

y hace de tu voz,

apenas una historia de viaje.

 

Mi Alejandra amada,

por ti quise explorar mi infancia

y la encontré con muñecas de mimbre

pequeños hombres de hojalata

y una cama que se hacía lámpara

en medio del dolor.

 

Que la locura es un espejo

en la amnesia del otro.

Eso fuiste mi Alejandra,

la memoria de una crónica

escrita con erratas

para mantener la fe

y descubrir en el anonimato

la anacronía del albedrío.

 

Soplas como viento

cuando todos se han ido.

Y se quedan los que no eligen

hacer de tu rostro

un camino.

 

Mi Alejandra,

te rezo con mis pasos

pero Dios me sostiene

el miedo

desde los brazos del

milagro

uno con eco de hombre

y al que le digo amor.

 

Mi eterna Alejandra

duerme un instante

deja que tu sierva

llore, se habite en el vacío

pero siga soñando

lejos de tu vientre.

Hogar del doliente, elegido.