LIZ ABRIL

MENDOZA, MI TIERRA

Te vuelves cuenco Mendoza
Engendrando las semillas
Y atrás de cada derrota
Cultivas una esperanza.
Año tras año sin tregua
Con bravura y sin sosiego,
Pones el pecho al granizo,
La sequía, las heladas.
Más tus hombres y mujeres
Con corazón de montaña
Tienen dura la cabeza…
¡Tan dura como sus almas!
Y después de las tormentas
Con la ilusión destrozada
Lo volverán a intentar
Apartándose las lágrimas.
Volverán a abrir los surcos
Harán canales y acequias
Convirtiendo la aridez
De tu suelo en un oasis.
Por donde corre impetuosa
El agua como la sangre
Que circula por las venas
Como herencia de los Huarpes.
Te vuelves cuenco Mendoza
Acunando la vendimia
El canto de tus tonadas
Inunda plazas y parques.
Con las manos extendidas
Recibes a los viajeros
Y les brindas tus colores
Tus frutos y tus fragancias.
Desparramas tus riquezas
En parrales y racimos,
Tu piel color de aceituna
Se tiñe de uvas y vino.
Bajo los rayos dorados
Los olivos y frutales
Extienden también sus ramas
Para cobijar la tarde.
El Aconcagua, imponente,
Se confunde con el cielo,
Como un testigo silente
De la lucha del labriego.
Sangre y fuego en tus caminos
Marcó las huellas del Hombre
Ese hombre con mayúsculas
Que nos dio la libertad.
Te vuelves cuenco Mendoza…
¡Engendrando las semillas!
Así como fuiste cuenco...
¡Que engendró la libertad!