LUCIO ROBERTO RAMÍREZ GONZÁLEZ

VIEJO LAGO

 Unas cuantas nubes en el cielo,

desataron tremenda tormenta en mi alma,

el cielo azul se rompió a pedazos,

grandes gotas cayeron sobre el lago,

viejo lago de lágrimas muertas.

 

“Ha muerto”, dijo la nube más grande,

y arremetió contra la pequeña,

rayos, truenos y grandes relámpagos,

resultaron del tremendo choque,

grandes gotas cayeron sobre el lago.

 

“¿Ha muerto?”, preguntó la pequeña,

y respondió el trueno rompiendo el cielo,

pedazos de alma atravesaron la tierra,

más lágrimas alimentaron el lago,

viejo lago de lágrimas muertas.

 

“Ha muerto”, repitió el rayo como eco,

e iluminó al cielo vestido de luto,

mientras la nube grande seguía llorando,

grandes gotas cayeron sobre el lago,

viejo lago de lágrimas muertas.

 

“No hay tormenta eterna”, lloró la pequeña,

casi diluida, sin más dolor adentro,

“El sol viene, amanecerá más temprano”,

continuó, mientras pequeños rayos de sol

iluminaban las aguas del viejo lago.

 

Cuando las nubes lloraron su última gota,

mientras el sol brillaba sobre las aguas,

una pequeña ave cruzó los cielos,

y vio que su imagen se reflejaba,

sobre el alma apenada del viejo lago.