Joseph Octavius Moral Lope

TODAS LAS NOCHES DEL MUNDO

La noche nos entrega en las manos

otro tiempo, otro tipo de minutos

y horas que no son las mismas del

resto del día. Es así porque el sueño

rige la noche y el tiempo de los sueños

es otro que no se mide en años ni días.

En la muerte, ciertamente, existe un tiempo

desprovisto de tiempo y de esa idea que un dios

ha prefigurado, malignamente,

para nuestros días. La muerte es una vida deshabitada, sin

tiempo ni añoranzas o promesas. Y esta noche

es, como todas, la sombra de esa puerta

donde dejaremos atrás nuestro nombre y cada cosa:

las letras de cada biblioteca, el deseo de vivir en la llanura

algún día, la opinión errónea de nosotros mismos sobre

lo que no somos y lo que en verdad fuimos, los dones nunca

puestos en marcha, las postales que vimos pasar cobardemente

de cada vida incumplida y que pudimos haber amado. Tras esa

puerta, cuya sombra es todas las noches, dejaremos intacta

nuestra valentía que hubiera sido espada libertadora,

dejaremos los ponientes y el tigre de Borges, los

recuerdos que el tiempo ha vuelto mentirosos,

la idea del amor que es indefinible en este y en todos

los mundos. De manera que es

por las noches cuando más te siento conmigo,

cuando más creo ver tu rostro y tus ojos cerrados.