adriana dellanira

manzanares

A lo alto, sobre vuela meditabundo aquel terreno que un día fue su hogar,  ahora solitario, ya ni siquiera cuenta con aquellos árboles secos a su alrededor, todo ha muerto, recuerda aquellos años dorados en los que sus aguas cristalinas corrían por lo que hoy solo es polvo y desolación, los niños jugaban a su alrededor, mientras los adultos nadaban satisfechos, sus aguas nutrían el ancho mar, ese fue atacado después, si, luego de acabar con manzanares y miles más, siguió mar; primero fueron unos pocos, con la excusa de no tener donde vivir, construyeron cerca a manzanares, el, indignado se defendió, con toda su furia, un día los arrastro, pero pronto volvieron más, luego la deforestación acompañada de la contaminación y unos elegantes edificios a lado y lado, de los que no se pudo defender por su débil cause, unos pocos trataron de ayudarle, pero su voz no fue escuchada; hoy manzanares es solo una nube gris a lo alto arrastrada por las fuertes brisas salitrosas; quiere llorar, pero ni esto se merecen esos seres sin piedad, ni una sola gota de  lluvia… que hoy es acida.