Paloma P.P.

EL SUFRIMIENTO

Hay un decaimiento en la vida

sucesor de la pena

cuando he terminado de sufrir todo posible.

 Yo lo sentí tras mi accidente surgido

a consecuencia de un atropello de coche.

 

Nuestro padecimiento

ofusca nuestra conciencia

que se trasforma en una neblina

e hiere nuestro corazón.

 

No valen las lágrimas,

ni la sangre,

 ni el dolor de nuestro cuerpo,

ni el llanto de nuestra alma

al terminar el sufrimiento.

 

Ante la languidez de la vida

al apagarnos como las velas

no sirven la medicina ni la cirugía

sólo las caricias de la divina providencia.