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CARTA FAMILIAR

CARTA FAMILIAR.

 

Ella nació el segundo día del mes de septiembre de 1.952

en un pueblo antiquísimo de calles de piedra

que llevan todas al campo santo,

de 120 casas de bahareque,

donde descubrí el sabor de las uvas de playa.

 

Su infancia no fue sencilla,

no tuvo muñecas, ni escuela completa.

Cuando cumplió cinco años su mundo se hiso pequeño,

su padre murió cuando tenía siete años y se quedo con su hermana la mayor

que solo tenía nueve.

Ella padecía en silencio con su vida en cajas,

la niñez nunca paso tan rápido

ni se quedo tanto en la memoria.

 

A los diecisiete años lo conoció a él,

nacido el 6 de diciembre del mismo año

y en el mismo pueblo, ambos con la misma sangre.

Hombre hecho en la calle, entre peleas y burdeles,

atleta natural, el mayor de sus hermanos,

de Padre no conocido sino hasta los 18 años.

Decidieron ver caer la lluvia en el patio de la casa de mi Abuela Isabel.

 

Han pasado 40 años,

hoy es 30 de octubre.

Miran hacia atrás...

Ella cociendo ropa ajena y levantándose temprano

para la rutina de sus hijos,

desacomodando la cama cada noche tras la espera.

Él 26 años en la misma empresa

con la única razón de sacar adelante a su familia,

remendando las rupturas con sábila y miel.

 

 

 

Ven hacia adelante y ven a sus tres hijo (yo soy uno)

y a sus 6 nietos Daniel, Néstor, Isabel, Valentina, Victoria y Reinaldo.

 

Cada uno signado por la vida que vivió,

por las decisiones que tomaron,

por las circunstancias que le tocaron en suerte,

sin escusas y sin miedo nacieron, crecieron, se reprodujeron y serán eternos

en las calles de Clarines.

 Angel Arveláez