alcides rojas

Pécor

Este camino lleva a la montaña

los cielos que deseo duermen en ella

nuestras lenguas se quiebran y pulverizan

la tormenta enmudece con labios vibrantes

 

Mientras los ríos cambian de curso

recuerdo la manera de mirar al mundo

Hay mucho sin ti de truenos y truenos

que no dicen nada

 

A los oídos que no son un adorno

los plena el sonido del madero

y la piedra canta sus deslaves

El pan sobre la mesa hace añorar

al África niña y su tierra sagrada

 

Me he llevado un puñado de sal a la boca

para lastimar sus heridas

la tersura de su piel ha nacido

para corroer mi alma

no hay nada dulce cuando se vacían los ojos

y un paso sigue al otro y al otro

sólo por hacerlo

en este mundo pequeño