Oscar Perez

El tango de la gente

El tango de la gente

 

La gente dice cosas todo el tiempo,

sino mira las copas de aquel bar,

las velas en la iglesia, las torres de cemento

y el sombrero olvidado en la orilla del mar.

La gente dice cosas porque no entiende nada,

ni el rezo ni el dinero les pueden enseñar,

entonces roban bancos, se lían con la empleada

o se visten de niñas tras la barba cortar.

Otros mueren a gritos, a plazos de mil cuotas

o matan como el padre que en calma corta un pan,

o viven como locos, triviales, ya marchitos,

felices de estar ciegos, de huir y de llorar.

La gente no está sana, lo muestran los modelos

que cruzan pasarelas vestidos de pierrot,

otros vagan desnudos, o caen destripados

por la droga, el exceso o el misil que cayó.

Y hay quien huye del mundo al monte o a una playa,

como si el mundo fuera un traje de ocasión,

desde sus propios ojos les cae la celada

y llorando regresan en el primer avión.

La gente está dormida, parece que trabaja,

pero no tiene idea de a quién se le ocurrió

que ser feliz es esto: vestirse de mortaja

y hacer la vida adentro de un teatro o de un galpón.

La gente pese a todo parece que sospecha

que quienes los dirigen no saben dónde van,

tienen cuentas en Suiza, pasaje a otro planeta,

pero es la misma mierda envuelta en celofán.

La gente por lo mismo se queja en las mañanas,

se suma al sindicato, reclama al por mayor

y marcha por las calles para olvidar un rato

que no somos eternos, ni menos del montón.

Y me refiero al niño que no llega a la escuela,

al hombre hecho pedazos por un trabajo gris,

al joven que sin causa por joven se rebela

y a la mujer que llora porque eso es ser feliz.

Y me refiero al hombre, sin razas ni partido,

al que vive en el campo, al que fue pescador,

al que con hembra o macho se las dio de marido,

al que se vio borracho cuando faltó el alcohol.

Y si a alguno lo olvido, me avisan con la luna,

y si a alguno desprecio, le cuentan mi traición,

soy uno más, mi gente, también vago perdido,

pero ustedes me cuentan que tuve corazón.

O sea soy de ustedes, y erramos y vencimos,

y nace tanta gente como la que murió,

o sea hay esperanzas de que vuelvan al nido

todos los sueños viejos que el mundo no entendió.

La gente es mi alegría, y, por mucho que sufra,

la gente encuentra el rumbo y recuerda el amor,

la gente es el futuro, les doy la bienvenida

y digo tantas cosas que ya nadie escuchó.

 

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27 07 14