Diaz Valero Alejandro José

Secreto guardado

 

Vi a la anciana

 mendigando

triste y asustada

por calles de un barrio;

iba implorando

alguna moneda,

arrastrando las penas

de su calvario.

Allí en su trajín diario

apostando a la caridad ajena

cargaba su condena

bajo un sol incendiario.

 

De pronto la miro

y ella bajó la mirada

luego me volteó la cara

pero yo busqué a la anciana

para darle dinero

y se fue corriendo

toda encorvada.

 

Corrí tras ella

buscando explicación

para saber la razón

del rechazo a mis monedas

y de su extraña acción.

y al tener la ocasión

de verle la cara

la vi que lloraba

y estaba muy tensa

y de la vergüenza

sus manos temblaban.

 

Era la madre de un amigo

muy formal y muy correcto

pero ella se escapaba de su domicilio

y pedía limosnas en secreto.

Cuando me vio dispuesto

a conversar con su hijo

suplicando me dijo

que no dijera nada

del asunto aquel

mientras me juraba

que no lo volvería a hacer.

 

La ancianita murió

al poco tiempo…

Ella me cumplió

y yo guardé mi secreto.


Autor: Alejandro J. Díaz Valero

Derechos Reservados

Maracaibo, Venezuela