Agustinfranco

La araña

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Con una sórdida armonía,

como calculando cada paso de manera matemática,

cruza la araña mi reducida alcoba. 

Va al acecho de alguna alimaña que le llene sus fauces.

Yo la observo con un encanto inusual,

es la frágil belleza de la vida la que va consigo.

 

Me pregunto de dónde salió y si será consciente de mi acecho,

de mis ganas de ser araña y no ser consciente de que lo soy.

 

Lentamente, con sigilo arácnido, pasa entre mis zapatos negros. 

Sigue su camino, indiferente de estar en la mira de mis ojos. 

Qué les importa  a las arañas que se les observe con curiosidad pueril. 

Son angustias mías, no de ellas.

 

Se va entre mis pensamientos,

perdiéndose en las rendijas de mi éxtasis contemplativo del paso de una araña. 

Se va porque se le antoja que no me le cruce n su trayecto.

Se va porque así lo disponen sus patas,

no mis ojos.